Poemas del libro Con La Venia De Los Heliotropos /Eugenia Sánchez Nieto
Poemas del libro, Con La Venia De Los Heliotropos, publicado en Bogotá por Ulrika Editores, 1990
Circulo
Un cuerpo en el asfalto
dos pieles deseosas de tacto
en el bar alguien se acerca con un beso en la mano
una joven corre seguida por perros blancos
adolescentes siniestros esperan el gran momento
una navaja se adentra, un cuerpo en el asfalto
gritos en la noche
la danza del viento eleva cuerpos, prendas, mugre
cuánta multiplicidad de actos.
Dos pieles deseosas de tacto se adentran
espejos invisibles hieren un cuerpo
un hombre trasnochado recorre un largo corredor
amenazado abre puertas
ellos en el lecho no vieron el alba
cuánta multiplicidad de actos, un círculo, un círculo de miedo.
En el bar la sensual se entrega al ritmo
desde la oscuridad alguien observa
espera el justo momento de asirla a su piel
ojos, ojos, lamparones en la noche
el vino se derrama en los manteles
los ebrios se buscan y se adentran
cuánta multiplicidad de actos, un cuerpo en el asfalto.
Perros blancos ansían la carne más pura
vapores indeseables recorren un barrio sin luz
una joven corre seguida por perros blancos
adolescentes siniestros fuman
tranquilamente a la sombra del frío
un centinela desde su banco hace siluetas de humo
perros blancos desgarran la carne más pura
un cuerpo en el asfalto, un círculo, un círculo de miedo.
Evocando a Maria Luisa Bombal
Al amanecer ebrio aún le conoció
desde ese día quiso atarlo a su cuerpo
por todos los costados
pero él hábil y enamoradizo se escabulló
extranjero en Bogotá, en Estambul, en Florencia
a cualquier lugar donde llegaba
su habla inagotable enamoraba a viejos y jóvenes
las mujeres ofrecían su desnudez para cualquier desvarío.
Un día en una céntrica calle una mujer olvidada por él
le llamó por su nombre
él la miró, sorprendido trataba de memorizar un pasaje perdido
al lado de aquella hermosa quien le apuntaba con un revolver.
Herido en medio del delirio y el gentío
balbuceaba : es la loca, la poeta, la mujer que me inventa.
Luciana
Paseaba su desnudez por corredores silenciosos
con la mirada perdida en lugares imaginarios
así la recuerdo
imperturbable bebía escuchando a Chopin
sabía que el tiempo era irreparable
y la falta de amor la entregaba a estados de ebriedad
donde no se soportaba.
Un desconocido mirado por la luna la deseaba inútilmente
alguna vez en cafetines ruidosos se sentaron a la misma mesa
allí se tejían historias donde todos eran protagonistas
de algo importante
él torpe y agresivo le dijo su amor a través de hechos insolentes.
Así la recuerdo, tejiendo historias imaginarias
perseguía una fuga incomprensible
ebria caminaba interminables oscuridades
pudo ser una víctima más de la noche
pero su delirio la llevaba de vuelta a su lugar.
La última vez que la vi
imperturbable bebía escuchando a Chopin.
El Olor del Océano
Hay un hilo que entrelaza a los paseantes
el calor prepara sus dragones
negros ondulan a mediodía
el ritmo en sus perfectos muslos
las prendas vuelan, liberan los hermosos cuerpos
el calor prepara sus dragones
hembras beben jarras de agua
gruesos labios muerden mangos maduros
siento el olor del océano
mi piel se dispone al fastuoso encuentro
hombres fuertes bajo el sol deslizan su húmeda lengua
el calor prepara sus dragones
arena, arena caliente, el trópico en su esplendor
pieles aceitadas en manos del océano
perpleja me sumerjo en el abismo.
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