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Poeta Colombiana - Eugenia Sánchez- Nieto

El oficio de escritora - Eugenia Sánchez Nieto

El oficio de escritora - Eugenia Sánchez Nieto

                        
Voy a referirme al oficio de escritora en Colombia, vinculado  primordialmente a la poesía realizada a partir de los años ochenta del siglo pasado.  Hay que decir que las poetas han tenido una precaria presencia en la memoria poética Colombiana, las dificultades han sido de diversa índole, entre otras,  podemos mencionar;  “la vida cotidiana de la mujer en general aquella que escribe, también trabaja  y tiene hogar”, paulatinamente ella establece sus prioridades, y la escritura ha sido relegada para cuando haya más tiempo; la triple jornada se vuelve una limitante para persistir en el oficio;  también confirmar la realidad que en los encuentros, recitales, festivales,  las poetas son minoría, en un festival de poesía, el porcentaje es mínimo comparado con los hombres;  con frecuencia se les silencia, se les aísla, una escritora para que sea tenida en cuenta tiene que tener un cierto poder económico o familiar (como lo fue históricamente) o formar parte de las diversas filias poéticas, vivir a la sombra de escritores con algún poder cultural, hacer parte de esta red trae sus beneficios pues se les publica y generalmente se les tiene en cuenta.
Igual sucede con las múltiples dificultades para publicar un libro, las editoriales nacionales cierran la puerta a la poesía, pues ésta no se vende. Aquellas publicadas que son un porcentaje absolutamente ínfimo, a veces deben coeditar su libro; o tener la suerte de ser reconocidas con algún premio literario.  Las poetas generalmente publican su primer libro de su propia economía. Sin duda todo esto son tropiezos que con frecuencia mella la vocación de escritora. 
Para dedicarse seriamente a la escritura, hay que tener tiempo, y de este ha carecido la mujer con inquietudes literarias. Otra de las situaciones que frustran la vida literaria de escritora, es que con demasiada frecuencia, la escritura de  mujer no es valorada, hay una cierta mofa, indiferencia, se le ridiculiza, se le arrincona, casi por el hecho de ser mujer no se lee, pues se parte de ideas preconcebidas, de que lo que escribe se refiere generalmente a poemas de amor de mal gusto. A una lectura o un festival organizado mayoritariamente por hombres, estos invitan a escritoras más que por su capacidad literaria, aquellas preferiblemente jóvenes y bonitas, - sin duda esto no es regla pero si frecuente -.  Otro impase ha sido las dificultades económicas, la pobreza ha impedido que muchas mujeres con talento malogren su formación. Las mismas mujeres cuando tienen un mínimo poder, se han encargado, en algunas ocasiones, de silenciar, de hacer caso omiso de nombres de poetas que trabajan con seriedad. Hay demasiada mezquindad, ligereza, egoísmo, arribismo entre mujeres, -claro también entre hombres- vivimos en una sociedad caníbal y bárbara  - y los poetas no son excepción- . Igual el mundo intelectual y literario ha sido manejado por los hombres y ellos han sido poco generosos con la escritura de mujer. Es posible que en los últimos 10 años la situación sea menos adversa.
Las mujeres han atravesado múltiples inconvenientes tanto internos como externos,  pese a ello la escritura de mujer ha ido en aumento desde la década de los años ochenta del siglo pasado, ya no son exclusivamente las hijas de poetas o de las más prestantes familias, las que tienen acceso a una carrera literaria.
 Las facultades de literatura, las casas de poesía,  los talleres de escritura y de poesía, las ferias del libro, los premios literarios, las editoriales universitarias dedicadas a la poesía; los múltiples recitales de poesía, en teatros, universidades, plazas, cafés, colegios, etc., los festivales de poesía en distintas ciudades del país; los talleres de derechos humanos y de equidad de género; las luchas de las feministas por una sociedad más equitativa, justa y democrática; han contribuido en este creciente aumento.  Hay encuentros exclusivamente de poetas  - Cerete y Roldanillo- año tras año reúnen más de 30 y 100 mujeres alrededor de la palabra.
 Hay que señalar que un porcentaje alto de mujeres que escriben, no asumen el oficio con responsabilidad, poco se estudia, se lee, se investiga, hay ligereza en lo que se escribe,  poca autocritica. Sin embargo considero que de esta “profusión de voces” lentamente se irán decantando y brillaran con el tiempo y en el futuro las más representativas e interesantes. Vale la pena señalar que muchas de las escritoras nacidas en otras regiones del país, llevan muchos años viviendo en Bogotá y su formación e inicio poético se ha dado en esta ciudad.
La escritura de mujer ha estado atravesada por una gran soledad, no hay crítica, hay muy poca reflexión sobre el trabajo de las mujeres poetas, generalmente muchas han girado alrededor de los amigos poetas, ha habido dependencia, con la circunstancia de que no hay una verdadera objetividad y análisis del trabajo poético de las escritoras.
Extrañamente el tema de la violencia que ha sido padecida en nuestro país por más de cincuenta años, no ha sido un tema central en la escritura de mujer, se ha tratado aunque no de manera continua o reiterada los temas preferidos continúan siendo el amor en todas sus vertientes, la soledad, la naturaleza, el miedo, la ciudad.
Hay un cierto temor a abordar el tema social y  político pues generalmente se ha estigmatizado ya que es muy difícil escribir un buen poema sobre la violencia o sobre la inequidad y la injusticia social. Algunas cuantas voces se atreven a ello y con frecuencia el resultado no es afortunado.
Personalmente estimo que la mejor poesía no está sólo hecha de palabras hermosas, pero que no dicen nada, considero que ella es una reunión de palabra, pensamiento y un cierto ritmo y musicalidad. Encuentro muy pocas voces que se ajusten a esta “unidad”, sin embargo, en algunos encuentros poéticos que he participado, la muestra poética de las jóvenes resultó brillante. Estás jóvenes que inician su carrera literaria en distintas ciudades de nuestro país son una promesa.
Hoy podemos decir que contamos en Colombia con un número aceptable de mujeres que tienen ya un trabajo poético, seguramente desconocido para el gran público, pero en plena marcha. 
En su escritura poética la mujer ha tocado con su capacidad verbal la realidad que la circunda, ha intentado develar los más cotidianos sucesos. Ha  receptado lo que ocurre en su entorno, pero también en su mundo interior. En una polifonía de voces a lo largo del país han expresado sus hallazgos, sensaciones, intuiciones, ritmos y atmósferas vividos en una forma interior y por diversos caminos  han llegado al poema.
                                                                                   
  
  Eugenia Sánchez Nieto - Poeta, Título de filosofa Universidad Nacional
  Bogotá 2010
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Poema a Bogotá - Verde

Poema a Bogotá - Verde

 

 

VERDE

 

El día y la noche son un canto alegre en mi oído

la ciudad con sus múltiples verdes acostados al sol

hombres y mujeres de mi ciudad con búsquedas particulares

la mujer con su voz negra

mi entusiasmo abierto a los demás

el silbido del adolescente en búsqueda del amor

el canto ceremonioso y contundente de fuertes voces me hace temblar de emoción

el cielo azul y este clima esplendido

ciudad abierta a todos

con sus cometas de múltiples colores.

 

Me deslizo por caminos abiertos donde sombras palpitantes escudriñan

la luna ilumina la noche

jóvenes despiertos se mecen en el baile

la música telón de fondo apaga las voces estridentes

ebrios son jalados por indeseables

mujeres desprovistas de pudor se pasean por calles colmadas de gente

parejas abrazadas a su momento palpitan locamente

el amor iluminado un instante.

 

Todo se agita, todo se mueve y desvanece en el aire

la noche prestada para abandonos sublimes

por paredes de la noche suben hombres musculosos 

la noche se ilumina con destellos de fuegos artificiales

desde diversos lugares voces contundentes nos llaman, nos cantan

toda la diversidad y las lenguas del mundo

todo es leve y sin peso

mi ciudad anhelada desprovista de miedo.

 

                                                          Eugenia Sánchez Nieto

José Luis Díaz-Granados

José Luis Díaz-Granados

 

Nota de presentación escrita por José Luis Días-Granados, de mi libro “Visibles Ademanes” (No. 93- Colección un libro por centavos- Universidad Externado de Colombia) leída el 29 de Agosto de 2013 en la biblioteca del Gimnasio Moderno. 

 

YUYÍN EN EL CORAZÓN

 

A las cuatro de la mañana / sobresaltada despiertas con un brazo inmóvil / tu corazón cansado está agitado / quiere abrirse como una rosa / la ventana ahí / para respirar para encontrarse con el alba / pero estás asustada / tu corazón marcha al ritmo de una extraña melodía / sigilosos los visitantes rodean tu lecho / presencias, voces, risas, / el tiempo toca a tu puerta. (El tiempo toca a tu puerta – Eugenia Sánchez Nieto).

 Desde su primer libro, Que venga el tiempo que nos prenda, publicado en 1985, Yuyín nos ha acostumbrado a ese tono narrativo tan personal, tan suyo, ese tono tan particular donde cada palabra está colocada en su sitio justo, que luego van a formar versos que revelan y escrutan, que persiguen recuerdos y agazapan reflexiones. Tono enumerativo sin ser jamás monocorde en donde reinventa el mismo beso inaugural de la primera pareja humana, pero construido a su manera, a su modo, en la puerta donde el amor tiene su lugar.

 Eugenia Sánchez Nieto, a quien conocemos familiarmente como Yuyín, ha venido ascendiendo por peldaños invisibles hacia una poesía que deja traslucir los sótanos profundos de su alma y de su diario vivir. Precisamente en el año de publicación de su primer libro había tenido la gratificación de leer poemas suyos durante un certamen en el cual yo era jurado. Me habían fascinado sus rigurosas transgresiones y sus sencillas pero lapidarias maneras de indagar a las sombras. Recuerdo haber discrepado agriamente esgrimiendo argumentos contundentes con mis compañeros de jurado, quienes -dos contra uno- terminaron derrotándome en la aspiración de otorgar al libro de Yuyín el primer premio. 

Desde entonces afloró en mí, como es natural cuando algo causa en un lector una pequeña o gran conmoción espiritual o estética, una admiración parecida a la intriga con esta joven poeta bogotana que se debatía entre la cacería de susurros estremecedores y la recreación de las pasiones en el escenario teatral.

Vinieron nuevos libros, las expectativas cesaron cuando la autora promisoria se había convertido en una poeta cabal, exacta y verdadera. En 1990 apareció Con la venia de los heliotropos. Tres años más tarde, Las puertas de lo invisible y en 2004, luego de un silencio editorial de diez años, publicó con el título de Visibles ademanes, una selección de poemas en la colección "Viernes de Poesía" de la Universidad Nacional de Colombia. Caza de Libros de Ibagué le editó su poemario Dominios cruzados y en este año de gracia, la colección "Un libro por centavos" de la Universidad Externado de Colombia, bajo la dirección del poeta Miguel Méndez Camacho y la coordinación editorial de Clara Mercedes Arango, su antología titulada Visibles ademanes.

En esta selección, de la cual escucharemos en la voz de su autora algunos poemas, aflora la fuerza verbal de una poesía sencilla, esplendente y rotunda, donde el asombro de vivir es el testimonio permanente y traslúcido de su afortunada travesía por el piélago infinito e insondable de las palabras.

 

 

JOSÉ LUIS DÍAZ-GRANADOS

Bogotá, 29 de agosto de 2013.

Evelio Rosero - La Mujer Con Su Voz Negra

Evelio Rosero - La Mujer Con Su Voz Negra

 

Nota de presentación escrita por  Evelio Rosero, sobre mi último libro "Visibles Ademanes" publicado en la colección "Un libro por Centavos" de la Decanatura Cultural Universidad Externado de Colombia, dirigida por el poeta Miguel Méndez Camacho.

                                 

                          “LA MUJER CON SU VOZ NEGRA

        

He decidido titular este breve comentario con uno de los versos que aparecen en el libro Visibles Ademanes, de Eugenia Sánchez Nieto, Yuyín –para sus amigos-, un verso contenido justamente en el primero de los poemas, titulado VerdeLa mujer con su voz negra. Así como después de la lectura de una obra en prosa, sea cuento o novela, es común recordar un pasaje, un capítulo, con más intensidad que otros, es natural que ocurra lo mismo con la poesía, y que la aparición de un verso determinado, o dos, o tres, nos estremezcan con más prontitud, nos convoquen de un especial modo. Ahora recojo, por ejemplo, al azar, de manera aislada o indistinta, estos versos o preguntas contenidos en la obra que presento y que no dejaron de merodear en mi recuerdo, una vez terminada su lectura:

       “¿En qué momento la vida dejó de ser tuya?

        “¿Quién soy yo en la penumbra?

        “¿Cuál es la palabra cierta?

        “¿Dónde está el silencio que nombra la mejor palabra?

        “Escucho una voz/Alguien me llama, ¿es mi propia voz/o una voz perdida que busca la alegría del encuentro?”

 

    Es como si allí radique, para nosotros, el escalofrío esencial de esta poesía, que, aunado a la generalidad del poema, de su historia, de su argumento, porque también cada poema lleva aquí, implícita, su historia, su argumento –y no importa si más difuso o abstruso, pero siempre latente-, nos convierte en cómplices o habitantes de cada poema, de la sutil desolación que ellos convocan. Se trata de un mundo íntimo –pero que nos corresponde a todos-, pletórico de imágenes e ideas sutilmente hilvanadas.

En Visibles Ademanes, luego de su viaje de ideas y sensaciones alrededor de una misma ciudad, nos queda el sedimento de una poesía habitada de espejos, pero con la gran ruptura: que cada espejo es único en cada poema, que son espejos distintos, indagaciones desde distintos tópicos –mediante el mismo objeto abismal, el espejo, alrededor de una realidad sombría. La creadora nos habla de los “seres que miran desde un espejo”, pero también ella, por supuesto, está detrás, ella, en la penumbra, a veces, y a veces muy patente, inesperada, igual que alguien empezándose a asomar entre nubes oscuras -las mismas que pueden habitar en un espejo-, que de pronto se nos muestra por completo, diáfano, precisamente como en otro espejo, nítido, sin nubes y sin noche, a la luz de los ojos.

Es esta alternancia, la imagen –en frecuentes ocasiones casi enumerada-, en contrapunto con la historia contada de los poemas, con su anécdota, lo que más me atrajo de la obra que hoy nos reúne. Porque, ¿qué guardamos al final de la lectura de un poema, de un libro de poemas? ¿Qué nos pertenece? ¿Qué nos modifica, para bien o para mal? ¿Qué nos hace sentir vivos o más vivos a través de la poesía, aunque para sentirnos vivos tengamos que pensar en la muerte que ella nos entrega, y ofuscarnos con la violencia y su desolación? Son muchas las maneras de abordar la poesía, o de dejarnos abordar por ella, a veces sin que lo notemos, a veces muy a nuestro pesar. Leyendo los poemas reunidos, esta selección personal que la autora realiza como la conclusión de años de indagación íntima, me he puesto a recordar al poeta alemán Heinrich Von Kleist, (1777-1811), poeta, dramaturgo y novelista, justamente en su Carta de un poeta a otro, dice “También cuando lees otras obras poéticas muy distintas de las mías me doy cuenta de que (por decirlo con un refrán) estás en la aldea y no ves las casas”...

En Visibles Ademanes estamos en la aldea, pero vemos ineludiblemente las casas, y no solamente nos asomamos: entramos en ellas. Aunque en este caso la aldea es una ciudad, la ciudad que tocó en suerte a su autora y nos tocó en suerte a nosotros, desde que nacimos, con todo su caos y su amor, sus ladrones y asesinos, su silencio y su grito, aire y ladrillo, e incluso la avidez –el ansia desmesurada por otra ciudad: “Una ciudad anhelada, desprovista de miedo”. Pero si esperamos un hallazgo de artilugios verbales, de vanas altisonancias y fórmulas que nos encandilen, sería mejor que cerráramos el libro y nos fuéramos al cine –al cine de la común poesía colombiana, que da la cáscara al sediento, más nunca su fruto.

Hay, en Visibles Ademanes una suerte de conversación íntima, frugal pero descarnada, entre autor y lector, pero una charla de pronto brutal e inesperada, la que puede ocurrir entre dos desconocidos a los que une la casualidad de una misma esquina, un bar, un bus, su experiencia transitoria, su advertencia. Así ocurre, por ejemplo, en el poema titulado:

 

Puede suceder

 

Cuidado no te alejes demasiado

En el sueño cualquier cosa puede suceder

Verás tu cuerpo suspendido con una expresión

                                      de terror en los ojos

Una sordomuda en una pista de baile expresando

Su gracia y soltura de movimientos

Ninfas que acechan y te llaman produciendo extraños sonidos

Una mujer de rostro apacible que te amamanta

Un ángel lascivo en abstinencia dedicado a ritos dolorosos

Un sobreviviente de ojos hermosos guiando

                                  un trasatlántico en alta mar

Un general frente a un espejo masturbando su miedo

Niños implacables cobrando

Por fin al mundo su indecencia.

Cuidado no te alejes demasiado

Cualquier cosa puede suceder.

 

        Acaso, en el trasfondo, las cosas que pueden suceder en el sueño, no solo suceden en el sueño sino en la realidad, nuestra realidad, a partir de la vivencia del poema, o en la misma entera realidad, porque allí suceden, o van a suceder, o acaban de suceder, las cosas de los sueños. Es el milagro de la poesía, para bien o para mal:

 “No sé

si es imaginación o realidad

ese cuerpo ensangrentado sobre la hierba,

y el verde pasto sigue tan verde como siempre”.

 

Encontramos en Visibles Ademanes la monstruosa realidad retransformada, aunque la esperacen los abrazos del amante, la danza a solas, “el sueño y sus mil puertas abiertas”, o “el viento, ese loco enamorado que me desnudará”, o “nuestra enamorada más fiel, la poesía”. Una realidad atroz, sutilmente entretejida alrededor de cada poema. “¿A dónde van las palabras? se pregunta en algún recodo del libro, y se responde: Al estremecimiento que provoca la muerte”. Las cosas, los sucesos, todo lo que de una u otra forma avisa de la condición humana en un país arrasado, se mencionan aquí por su nombre, como tiene que ser, porque no se puede eludir: “El odio, el fanatismo, las furias se abrazan a jóvenes cuerpos, la ceremonia de la guerra, el olor a plomo redime a los bárbaros”… pues: “sigue detenido el tiempo del miedo y del odio”. Es la aldea o la ciudad, es el país, si se quiere, resumido “en calles infinitas que recorren los barrios de La Macarena, La Soledad, Teusaquillo… donde “el viento murmura una canción al oído de los tristes”. Después de este viaje por las palabras se tiene la certeza de haber salido de casa, a medianoche, a padecer el desasosiego y la incertidumbre en las mil y una posibilidades de las esquinas bogotanas.

Siempre, en cada poema, asoma esta certeza, y a causa de esta certeza, algo tan bello como temible se conforma, al final, un grande y único espejo, nuestro país, en donde todos damos constancia de nuestros rostros, nuestra palabra, o nuestra indiferencia. Aquí está la palabra que asume dicha realidad, la devuelve, la hace crecer dentro de quien lee como una gran inconformidad, pero siempre a través de esa dulce reflexión de la poesía, más un susurro que un grito, pero por eso mismo más desgarrador. Así es posible afirmar que Visibles Ademanes ha nacido del estremecimiento, y que su autora, la poeta Eugenia Sánchez Nieto, al crear poesía, sencillamente ha empuñado su corazón, asiendo sus pensamientos, y, con ambas manos, sin más aliño, como deseaba el poeta Kleist, los acaba de depositar en nuestras manos.

 EVELIO ROSERO

Bogotá, Agosto 14 2013

Eugenia Sánchez Nieto - Visibles Ademanes

Eugenia Sánchez Nieto - Visibles Ademanes

Poemas del libro  "Visibles Ademanes", Colección un libro por Centavos, Universidad Externado de Colombia 2013.

Este libro consta de 64 poemas, 29 inéditos. 

 

SEÑORA DEL MANTO NEGRO

 

¿Quién es aquel que ausculta la verdad?

vamos donde el viento susurra al oído

donde el amor es la ceguera y el olor el encuentro

todos amamos un ilusionista

en las noches busco un lugar donde descargar el pensamiento

en la tiniebla lo persigo.

 

¿A dónde van las palabras?

al estremecimiento que provoca la muerte

al lugar de la simpleza donde un niño escribe sin reír

atúrdelos, ellos dejaran escaparte.

 

¿Por qué te abriste la camisa?

por el aire, por el rumor del mar

el océano repetido de muertos

por el viento incansable, que trae remotos secretos

¿acaso no valía la pena

la dificultad de superar lo repetido?

 

¿Para qué todo este tiempo?

para mirarnos, para atravesar la cuerda más floja

para descubrir la dificultad los mil rostros sonrientes

¿Quién te nombro señora del manto negro, señora del juicio?

sorpréndelos, ellos dejaran escaparte.

 

LITURGIA

 

I-

El hombre colgado con los brazos en cruz

suplicios, desalojos, desprecio por el cuerpo del otro

no hay ni conmoción ni horror

la cultura de la desvergüenza

los prisioneros muestran sus cuerpos derrotados, apaleados

sangre en la pared, en el piso, en las manos

un gran manchón en la fiesta de los encapuchados

muertos con el horror en sus miradas

el abuso como forma de vida, de placer

rostros feroces y sonrientes

imágenes del horror y la risa como aleteo, aleteo bárbaro.

 

II-

Miradas entrecruzadas, cargadas de perplejidad

el agua nos invade, nos ahoga, nos arroja

el miedo sube una escalera sin fin

el hombre contra la tierra y contra el mar

el saqueo, la tierra no aguanta más.

 

EXPOSICIÓN PERMANENTE

 

Templar la piel hasta reventar

golpear, pisotear, horadar hasta el extremo

moretón, hinchazón, herida que sangra

gritos, bostezos, murmullos

el puñal barrena el cuerpo

templar la piel hasta reventar

con sus propias manos, manos que acarician

que golpean como tambor en la noche

manos que esculpen, que fijan lentamente la cicatriz.

 

Siglos de horror, de trampas, de indiferencia

nadie se opone, todo se vuelve natural

caída lenta  desde la montaña

hasta el azul infinito y la profundidad del océano

con sus bestias maravillosas.

 

Pieles expuestas, encontradas

exposición abierta a la mirada

bocas abiertas

templar la piel, colgarla de extremo a extremo

ponerle color, exposición de cuerpos abandonados, ruinosos.

 

 

 

 

 

 

 

 

Eugenia Sánchez Nieto - Ventura del deseo

Eugenia Sánchez Nieto - Ventura del deseo

 

ABISMOS

 

Se amaron en silencio

otros cuerpos soñaban a su lado

casi sin aire se barrenan, se auscultan

desean perdurar en el lugar del combate

amanecer cada uno con el corazón del otro.

 

EL OLOR DEL OCEANO

 

 Hay  un hilo que entrelaza a los paseantes

el calor preparara sus dragones

negros ondulan a mediodía

el ritmo en sus perfectos muslos

las prendas vuelan, liberan los hermosos cuerpos

el calor prepara sus dragones

hembras beben jarras de agua

gruesos labios muerden mangos maduros

siento el olor del océano

mi piel se dispone al fastuoso encuentro

hombres fuertes bajo el sol deslizan su húmeda lengua

el calor prepara sus dragones

arena, arena caliente, el trópico en su esplendor

pieles aceitadas en manos del océano

perpleja me sumerjo en el abismo.

 

EL AIRE DEL ALBA

 

 Acompañada por los ausentes bebía hasta el alba

memorando historias de la dulce y seductora Irene

quien con su mirada propiciaba los más funestos encuentros

la envidia de Luciana al ver su hombre en brazos del delirio

los celos de Bernardo queriendo atrapar la desnudez

Genaro al piano suscitando lo inefable.

Acompañada por los ausentes viajaba por avenidas oscuras

en busca de un lugar donde calmar la sed

un hombre de rostro misterioso sonreía cerca al farol

nada sucedía…el temor había huido

un calor en el cuerpo y el aliento de los ausentes

                                                 me empujaban a la noche.

 

CURVAS SIN SONRISAS

 

Ataviada del letargo de la noche

pasea mi memoria por momentos estrujantes

camina aquel, su hermoso cuerpo provoca gozar la desnudez

ellos no acaban de llegar excitados suben escaleras

las puertas se cierran y abren a la vez

un laberinto de cuerpos, nadie sabe a quién ni cuánto amo  

el placer de la piel rinde homenaje al tiempo.

 

Parejas bajo la luna penetran en lúgubres lugares

travestis muestran su desnudez

llamados, llamados de la noche

la oscuridad se viste extrañamente

en aposentos suntuosos la piel desborda el ardor

¿Quién deleita a quién? Las puertas se cierran y abren a la vez.

 

 

Carta-comentario de Rafael Humberto Moreno Durán

Carta - comentario escrito en 1986, por el escritor Rafael Humberto Moreno Durán, sobre el libro Que Venga el Tiempo que Nos Prenda, de Eugenia Sánchez Nieto ( Editorial Ulrika, Bogotá 1985 ).

Publicado virtualmente, el 8 de marzo de 2013 por Gabriel Ruiz, NTC, Cali (Valle)

 

 

Nelsón Romero - El oficio de lidiar con fantasmas

Nelsón Romero - El oficio de lidiar con fantasmas

 

Dominios cruzados de Eugenia Sánchez Nieto


La poesía de Eugenia Sánchez Nieto ha sido para mí un referente personal en el ámbito de las primeras lecturas que me acercaron a la poesía colombiana contemporánea desde sus iniciales libros Que venga el tiempo que nos prenda (1985) y Con la venia de los heliotropos (1990). Su palabra poética para ese entonces me ayudó a abrir las puertas al asombro y me permitió el ingreso al extravío, que es el oficio de lidiar con fantasmas. Ese ha sido el destino de la poesía de Sánchez Nieto: lidiar con fantasmas. Así leo su antología personal Dominios cruzados (Caza de Libros: 2010), en el llamado que me hacen sus poemas desde el espacio de los extrañamientos, de los laberintos interiores y de las imágenes sugerentes, a veces con un lenguaje sin miedo para nombrar el miedo: “Este es un tiempo extraño/ donde el crimen es un lobo de templos”.

La pandemia de la poesía colombiana de las últimas tendencias parece huérfana de realidad, la mayoría de los poetas escriben de espaldas a ella dejando su oscuridad intacta, donde reposa el vertedero poético de los dominios cruzados con sus miedos y sus penumbras, sus violencias y sus enigmas, lo cual raras veces encuentra voces capaces de expresar con dignidad poética esas pulsiones del mundo. Eugenia Sánchez, a partir de los títulos de algunos de sus poemas (“Realidades oscuras”, “Lugares perdidos”, “Sombras”, “Habitación invisible”, “adversos dominios”, “Zonas oscuras”, etc.), le teje sentidos a la realidad, trasfondos donde halla forma el libro; lugares concretos, visibles e invisibles, son transformados por la abstracción poética a través de un lenguaje donde concurren imágenes del despedazamiento, en procura de darle mundo propio al poema: la realidad y su carga de imaginación como un drama de la conciencia, los cuartos como un espectáculo violento de encerramiento del mundo de sus moradores; el rostro, el espejo y el tiempo como sublimación de la máscara.

Entre el yo y la realidad hay una fragmentación de la historia personal y colectiva que el lenguaje testimonia desde la imagen laberíntica, suspendida en el ritmo, que toma de los múltiples pedazos del espacio del drama la forma de la expresión. En esto radica su manera personal de decir: “El pensamiento no funciona (…) lugar vacío, lugar perdido, resbala la mentira/ los cerros se trasladan/ fosas comunes bordeadas de múltiples cuerpos/ la paz sobre la muerte”. La forma en que Sánchez Nieto le construye su propio lugar de abolición al poema, me atrae; ese juego de espejos interiores entre la palabra y lo que nombra, hace de la imagen bíblica de David un desconocido de sí mismo: “Al mirarme al espejo no estaba allí (…)/ permanecí largo tiempo procurando recuperar mi imagen (…)/ en varios espejos a la vez me buscaba”.

El libro Dominios cruzados tiene como eje tres motivos centrales: la realidad y el hombre como juego de máscaras (“Lo que oculta el espejo”), la cotidianidad del habitante urbano frente a la negación de la belleza a través de una expresión dura (“Belleza partida”) y el diálogo íntimo de los seres que nombran el amor desde “su piel más oscura” (“Ventura del deseo”). El drama como movimiento de la imagen por reconstruirse en los espacios violentos designa una realidad vista desde lo onírico, pero un onirismo más cercano a la pesadilla como vía para expresar la realidad, el tiempo y el espacio interior del habitante y también el espacio urbano en sus zonas más oscuras. La función del poema es fundarnos lo invisible, sólo visible en la lectura: “Desde la ventana/ observo una mujer en todo igual a mí/ con un candelabro en la mano/ espía perpleja desde la calle”. Puede ser la misma mujer que en el poema “Lento” la lleva “por corredores maravillosos/paisajes secretos, personajes asombros, voces misteriosas/ infinidad de imágenes y colores”, es decir, máscaras de máscaras.
La poesía de Eugenia Sánchez Nieto confirma su acierto y nos señala el extravío desde donde se reinventa a través de sus libros y de un oficio secreto, sin báculos ajenos a no ser la confianza en su propio oficio, sincero y callado.

 Nelsón Romero Guzmán nació en Ataco, Tolima, Colombia, en 1962. Es licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad Santo Tomas Ha publicado los libros de poesía: Días sonámbulos (1988); Rumbos (1995); Surgidos de la luz (2000); y Voy a nombrar las cosas (2000). Ha obtenido, entre otros, el Primer Premio Concurso Nacional de Poesía Fernando Mejía Mejía, Manizales (1993); el XIV Premio Nacional de Poesía Universidad de Antioquia (1999). Premio Nacional de Literatura Ciudad de Bogotá, en 2007, con el libro OBRAS DE MAMPOSTERÍA. Actualmente codirige el taller de poesía de la biblioteca Darío Echandía del Banco de la República en Ibagué.